29 abril, 2020
Reflexiones para con mis amigos del día a día, nos dice hoy Fausto Cotes Núñez en su habitual columna para PRIMERA LÍNEA.
Última actualización abril 29, 2020 a las 05:19 pm
Cuando una empieza a dominar la vida se va dando cuenta de lo corta que es, por eso debemos encarrilar nuestras acciones para que sean guiadas siempre por lo que fuimos y lo que siempre hemos sido, mejorando por consiguiente las actitudes éticas y morales.
Cambiar ahora es casi imposible y tampoco queda bien porque estaríamos demostrando en definitiva lo débiles que hemos sido ante las actitudes fuertes entregadas por las circunstancias de lugar tiempo y modo.
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A mi familia he aprendido a quererla más, sentirla más en mis afectos y emociones y llevarla asida a mis manos hasta que las fuerzas de la naturaleza me acompañen. Con mi gente, me he dado cuenta de que hay que servirla y desarrollar para ella y la comunidad en que vivimos todo lo que nuestra capacidad humanitaria, de servicio social e intelectual podamos dar en fin de lograr su bienestar.
Y mis amigos… ¡Ay mis amigos! cuánta falta hacen con sus virtudes y defectos y cuánto he comprendido que son sagrados y solamente me queda un pequeño espacio para pedirles perdón, si es necesario, si con mis desafueros naturales haya alguna vez podido ofenderles; si, ofenderles,… porque las ofensas no se originan por las circunstancias sociales, nacen de la alianza de las pasiones extremas, las cuales nunca he albergado. Si mis amigos, por eso les pido perdón, ya que, cuando les miro de frente, me doy cuenta que el perdón también tiene leyes.
Algunas veces he pensado en debilidad o cobardía por no decir lo que se siente. Ser cobarde no es sentir miedo, sino, no saber vencerlo, por eso he llegado a la conclusión de que hay que expresar lo que sentimos y que, ¡Ser cobarde no vale la pena!
Por: Fausto Cotes N.