Por: Carlos Mario Jiménez


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¿Le tocará a Silvestre Dangond cambiar el presente con los acordeoneros?

7 agosto, 2022

El vallenato no pasa por su mejor momento. Los éxitos son efímeros debido a que la música de hoy en día es comparada con el icopor.

ACORDEONEROS DEL VALLENATO CON EXPERIENCIA
Está pasando algo grave, todos lo saben y lo asimilan, pero ninguno se atreve a cambiar el momento y por ende la historia. ¿Le tocará a Silvestre?


Última actualización agosto 7, 2022 a las 09:24 pm

Un día le escuché una frase a mi tío Alejandro Jiménez para referirse a la música vallenata grabada por las nuevas generaciones: “ahora hacen es puro icopor”.

Desde aquella noche cuando el hombre oriundo de Arjona, corregimiento de Astrea, Cesar, habló en esos términos supe que algo estaba pasando. Al indagar sobre su sarcasmo le entendí que arreglos, canto, melodías y canciones no perduraban ni en los pueblos, donde cualquiera graba y pega. Incluso los imitadores.

Y tiene toda la razón. El concepto actual de las agrupaciones está basado en imitar a Silvestre Dangond o a los fallecidos como Kaleth Morales o Martín Elías. Eso hablando de una nueva sangre de talentos, porque los ya reconocidos ni hacer discos de estudios quieren.

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Lo preocupante de todo es la manera de organizarse. Ya los nombres no son importantes, eso parece desde que un día llevan a un músico y al otro baile buscan a otro. Así se la pasan cambiando bajistas, guitarristas, cajeros, guacharaqueros, entre otros que al final tampoco se hacen sentir. Aunque el hueco más grande, para mí, se siente en el acordeón.

No es propio de la filosofía vallenata la creación de estrellas en la digitación sin antes grabar. Esa es el diploma del Sena, como diría Emilianito Zuleta. El acordeón merece tanto el respeto del cantante, como, por supuesto, quien lo toca.

Los estilos se perdieron, por eso no hay nuevos Israel Romero, Emiliano Zuleta, ‘Cocha’ Molina, Beto Villa, Pangue Maestre, Juancho Rois, Omar Geles. Esta reciente camada de acordeoneros se quedó en el fan, fan, fan, fan, o mejor, se estancaron tratando de imitar los gestos de Juancho De la Espriella o la velocidad de Rolando Ochoa.

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Una culpa tripartita si hablamos en términos de contratación. El cantante escoge lo que sea, el acordeonero toca cómo sea y el público, efervescente por el género, escucha sin filtro.

Está pasando algo grave, todos lo saben y lo asimilan, pero ninguno se atreve a cambiar el momento y por ende la historia. ¿Le tocará a Silvestre?

Digo Silvestre Dangond porque en cada reunión, estudio o círculo musical solo escucho: “eso lo hizo Silvestre”, “Silvestre no quiso”, “a Silvestre no le gustaba”, la mayoría de jóvenes sin conocerlo, sin palparlo y menos saber su historia más crítica, como cuando una noche Rolando Ochoa le advirtió no seguiría en su agrupación y ahí estalló ‘la revolución’, tienen a Dangond entre ceja y ceja. Es su referente.

Pero existe un ramillete de acordeoneros, algunos reyes del Festival Vallenato, a la deriva sin una oportunidad para hacer proyectos garantizados en calidad y, de pronto, en producciones, aunque en la música no hay nada escrito, sino pregunte por la leyenda de un estudiante de medicina de nombre Kaleth Morales.

Goyo Oviedo, Sergio Luis Rodríguez, Víctor Rey Reyes, Eimar Martínez, John Lozano, Xavier Kammerer, Carlos Torres, Iván Zuleta, ‘Morre’ Romero, Rodolfo De la Valle, Romario Munive, Jaime Luis Campillo, Jimmy Zambrano, Harold Rivera, Álvaro López y muchos más seguro aportarían algo de lo que tanto pide el público como es digitación, arreglos, estilo.

Los nuevos han tenido infinidades de oportunidades y qué pasó, la desecharon como cualquier carro de basura que abre su tapa dejando caer los residuos al relleno sanitario. Casos como Lucas Dangond son excepcionales porque supo aprovechar el respaldo de Silvestre y dio un salto en marzo de 2021 que hoy lo mantiene como figura donde Elder Dayán Díaz.

La economía aparece entonces en estas decisiones y todo porque a unos jóvenes les pagan entre $500.000, $700.000 o hasta un millón de pesos, pero un acordeonero ‘jugado’ le vale $2 y hasta $5 millones por presentación, eso los hace inllamables y hasta intocables según el concepto de cantantes o managers.

Entonces pregunto ¿por qué los cantantes le temen a grabar con acordeoneros de experiencia? Formalizando un proyecto es ganancia para ambos y el efecto es rebote para el folclor, demacrado, golpeado y lacerado día a día con tanto icopor saliendo de las fábricas denominadas estudios en Colombia.

@Carlosmariodj