Por: Juliana Naranjo


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Representación de la Última Cena en los Juegos Olímpicos indigna al catolicismo

27 julio, 2024

Los Juegos Olímpicos en Paris rompieron todos esquemas de continuidad, mostrando inclusión a la comunidad LGTBIQ+.

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Última actualización julio 27, 2024 a las 01:34 pm

La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 fue innovadora en todos los sentidos. Celebrada en las calles de París, los deportistas quedaron en un segundo plano mientras un encendido espectacular del pebetero capturaba la atención de todos. La dirección y el equipo creativo arriesgaron con una puesta en escena sorprendente, sin embargo, un momento en particular de la noche, podría ser recordado más por sus controversias que por sus logros.

Hacia el final de la ceremonia, se proyectó una representación de La Última Cena, un pasaje significativo de la historia sagrada. Esta inclusión, que pretendía transmitir un mensaje de tolerancia y respeto hacia la comunidad LGTBIQ+, fue vista por muchos como una falta de respeto hacia los valores cristianos.

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Las críticas no tardaron en llegar. Javier Tebas, presidente de LaLiga, expresó su indignación:

«¡Inaceptable, irrespetuoso, infame! Usar la imagen de la Última Cena en los Juegos Olímpicos de París es un insulto para los cristianos. ¿Dónde queda el respeto por las creencias religiosas?»

Sus palabras resonaron, sumándose a otras voces de descontento, especialmente entre personalidades francesas.

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El esfuerzo creativo liderado por Thomas Jolly, quien mantuvo en secreto los detalles de la ceremonia, se vio empañado por esta polémica. Jolly había buscado un recorrido histórico de Francia lleno de simbología y modernidad, acercándolo a las nuevas generaciones con estrellas de la música. Sin embargo, su intento de romper con lo tradicional en el ámbito religioso encontró un fuerte rechazo.

”Quiero que todos se sientan representados», insistió Jolly, añadiendo que se permitía «romper el orden establecido”


A pesar de su intención de inclusión, la inauguración de París 2024 será recordada por muchos como un evento que causó indignación en la comunidad cristiana.