Por: Carlos Mario Jiménez


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No solo el ambiente te extrañará guardián: MiguelAngel Sierra

6 agosto, 2021

El biólogo de profesión falleció en las últimas horas después de varios días de tener una intervención quirúrgica. Columna es en su honor.

MIGUEL ÁNGEL SIERRA1
No hablaba papurretas, se preparaba antes de opinar y si no tenía conocimiento, llamaba a un amigo experto y hacía el puente para sacar adelante la noticia.


Última actualización agosto 6, 2021 a las 12:13 pm

Un intercambio o interacción como se define en esta era digital lo que unió a Miguel Ángel Sierra con el medio ambiente del Cesar. Detrás de su profesión y gusto, un periodista interesado por conocer a fondo las denuncias de quien, para ese entonces, notaba la falta de empatía por ciudadanos e instituciones por este tema.

No recuerdo exactamente el día que intercambiamos mensajes ni números telefónicos. Lo que sí tengo claro fueron los temas abordados: río Guatapurí, río Cesar, desertificación, contaminación ambiental, voluntad política para el medio ambiente y paren de leer.

Eso fue en mi paso por EL PILÓN. La casa donde trabajé para especializarme en temas ambientales, pero básicamente por dar respuestas a muchas denuncias por la comunidad en temas ambientales, casi siempre en el desvío de agua, la contaminación minera, el vertimiento de aguas residuales a las cuencas hidrográficas, entre otros.

Miguel Ángel Sierra era biólogo marino, oriundo del Norte de Santander, pero el amor y el trabajo lo trajeron al Cesar. Trabajó en cultivos de palma, era emprendedor y hasta su empresa lideró por muchos años. Compartimos tantos análisis, que el más destacado podría decir es ‘Miremos el río Cesar’, donde evidenciamos la problemática de este afluente que nace en la Sierra Nevada y desemboca en la ciénaga de Zapatosa y hasta el río Magdalena.

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Ese trabajo investigativo, de gran despliegue físico y digital, alcanzó premio Sirena Vallenata, segundo lugar en los premios Cormagdalena, algo soñado para mí. Pero también para él, para Miguel Ángel, a quien le gustaba escribir su nombre pegado por gusto propio, aunque su cédula lo separara.

Sierra hacía honor a su apellido, era cortante en Twitter, sin tapujos hablaba de problemáticas, soluciones y hasta las pujas políticas propias de los proyectos con inversión. No le temía ni a las plagas, ni a las ratas de cuatro ni de dos patas, simplemente se dedicaba a opinar desde su visión de investigador. Muchos me dijeron que lo había graduado de ambientalista. Lo era. Sentía y ocupaba un lugar privilegiado en Valledupar y el resto del departamento.

No hablaba papurretas, se preparaba antes de opinar y si no tenía conocimiento, llamaba a un amigo experto y hacía el puente para sacar adelante la noticia.

Me sorprendió cuando un amigo, Joaquín Ramírez, me escribió un mensaje anunciando la muerte de Miguel Ángel, sorprendido busqué respuestas y era cierto, este hombre de tez blanca, grueso en contextura y cabello liso, dejó en mí una gran enseñanza como fue trabajar sin la presión de la amistad, es decir, “escriba y el que se empute que lo haga, pero usted haga su trabajo”; nunca le refuté sus planteamientos sobre periodismo de región y en la ciudad, lo respeté y traté de escucharlo, lo único que creo faltó fue un diálogo antes de su partida, porque se fue sin despedirse de su amigo, del periodista ideal para sus pronunciamientos o quien lo invitó a hacer parte de PRIMERA LÍNEA como columnista.

Hasta pronto amigo mío, me queda la satisfacción de hacer parte de tu vida profesional, sé que en la data está nuestro lazo, pero más allá, el ambiente quedó desprotegido con tu muerte.