20 abril, 2023
Investigadores de la música vallenata debaten el tema de la evolución vallenato, el género actualmente más escuchado en Colombia.
“Lo que inventan las industrias culturales no es más que una cultura transformada en artículos de consumo de masas”. Esta postura la plantea el escritor peruano, Mario Vargas Llosa, en su libro ‘La civilización del espectáculo’, donde hace referencia a que buen número de trabajos en los últimos años ha buscado definir los rasgos característicos de la cultura de nuestro tiempo en el contexto de la globalización, la mundialización del capitalismo y los mercados y la extraordinaria revolución tecnológica.
Teniendo como base este concepto, la música vallenata llevan consigo una polémica entre acordeoneros, compositores, intérpretes e investigadores de la misma que por lo general termina en un mismo círculo, que la evolución en el género se debe a un cambio generacional de oyentes y consumidores de las grabaciones.
“Debemos tener en cuenta que antes de nacer la industria fonográfica, el vallenato primitivo que se tocaba con gaitas y tambores, con el tiempo fue evolucionando y se dieron algunas rupturas o más bien, fue acoplamiento”, declara el compositor e investigador Alberto ‘Beto’ Murgas.
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Creador de canciones como ‘La negra’, ‘Mi casa risueña’ y muchas más, Murgas explicó que cuando llegó el acordeón hubo un movimiento entre músicos, que eran carriseros, a interpretar el carrizo, “pero con el tiempo el instrumento (acordeón) se adaptó a nuestra cultura”.
El autor nacido en Villanueva, La Guajira, argumenta que la música vallenata se ha basado en un círculo de ida y vuelta.
“Antes las parrandas se daban con un músico interpretando el acordeón, sin acompañantes, con el tiempo se fue formando la trifonía que también la teníamos en la época indígena porque ellos tenían un tambor, unas maracas y el carrizo; nosotros lo remplazamos con una caja, una guacharaca y el acordeón, que son la identidad del vallenato”.
‘Beto’ Murgas asegura que después de tener muchos aires o ritmos en la región, “hubo una decantación en la puya, el son, el paseo y el merengue. Se dice que el primer aire que apareció fue la puya, después su primo hermano que es el merengue, el son tuvo en el tercer encuentro con el acordeón y por último el paseo, producto de la fonografía”.
Según pesquisas de la historia vallenata, la presencia del acordeón en Colombia fue a finales del siglo XIX, penetrando como a todos los países de América, por los puertos marítimos existentes de la época. Para el año 1881, el explorador francés Henri Candelier en su libro, – Río-Hacha et les indiens Goajires – ya nos habla del acordeón, cuando se refiere a la “cumbiamba,” como una diversión favorita de la clase pobre de Riohacha.
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Para Murgas, el instrumento continuó su ruta melódica hacia la quimera de un valle musical, donde enamoró y encantó a los poetas. “Fue acogido con cariño y afición en este escenario geográfico, en el cual se provocó el nacimiento de unos aires o ritmos alegres, sueltos y espontáneos, que hoy son reconocidos a través de una expresión sonora denominada: vallenato”.
Según concepto de los más antiguos protagonistas del vallenato, en los primeros años del siglo veinte arribaron acordeones de origen italiano, francés y alemán, recuerdan algunas marcas como el Regal, Coches, Gloria, Paolo Soprani, Rigoletto y el Hohner, siendo este último considerado el más fuerte para las manos encallecidas de nuestros campesinos, quienes tuvieron que soportar el lento proceso de la llegada de esta caja armoniosa, que en los años veinte aparece en esta región con una hilera, en los treinta con dos, en los cuarenta con dos y media, en los cincuenta, década de la gran expansión en el mundo del acordeón, se presenta con tres hileras, pero es en los años sesenta (1968) cuando el acordeón alemán fabricado en Trossingen, marca Hohner Corona III, es adoptado en Colombia y se rebautiza como: acordeón vallenato.
“Todo es una evolución, en primer lugar los protagonistas del folclor era el denominado juglar, que componía, tocaba y cantaba, el único que ha quedado con ese estilo es Alfredo Gutiérrez; luego se pasó a que la figura eran los acordeoneros, por ejemplo decían Emilianito Zuleta y su conjunto, canta ‘Poncho’ Zuleta, ese proceso se mantuvo y es el mismo Diomedes Díaz, cuando en un disco llamado ‘Dos Grandes’, en el primer LP con ‘Colacho’ Mendoza, cambia ese otro proceso donde aparecen las agrupaciones, que hasta hoy en día sigue vigente”.
Compositor, abogado, investigador, ambientalista, escritor y hasta catedrático, Tomás Darío Gutiérrez tiene un concepto muy contrario a lo dicho por ‘Beto’ Murgas.
“Una cosa es evolución y otra es adulteración de los principios culturales, el vallenato siempre evolucionó”, sostiene Gutiérrez.
“Si le vamos a llamar a esas cosas, que están ahora bajo el rótulo vallenato, que no es vallenato porque entiéndase que esa palabra merece respeto por la antigüedad de su tradición; puya, paseo, son y merengue, son cuatro formas musicales que evolucionaron durante más de un siglo y que se han sostenido otros dos siglos”, sostiene Gutiérrez.
Tomás Darío asevera que “lo que no es puya, merengue, paseo y son, no son vallenato, y si le quieren llamar vallenato, que le digan vallenato comercial, no evolución”.
Finalmente, el escritor y abogados opina que lo único que perdurará será el vallenato folclórico, “lo además por ser mercancía es un elemento para consumo, que se consume y se olvida, en cambio lo tradicional es para la posteridad, para la memoria oral”.
Este un capítulo abierto para debatir en el mundo de la música vallenata, una cultura que por años se ha mantenido en sus diferentes facetas; primero con los cantadores de vaquería, decimeros, tamboreros, que dio paso al músico completo o al famoso juglar; después apareció el compositor en cabeza de Tomás Enrique Pumarejo, Rafael Escalona, Leandro Díaz, que no tocaban instrumento, pero llamaban la atención; años después el acordeonero se quedó con la relevancia en el género; y finalmente, el cantante tomó el liderato en la música vallenata.
“Yo considero que todo regresará a su naturaleza, hay acordeoneros como ‘Luchito’ Daza que canta y toca, Alfredo Gutiérrez tiene tanta fortaleza que nadie lo ha podido superar, lo que quizás hace falta es que estos acordeoneros que cantan se atrevan. Son procesos que se darán solos y se llamarán juglares urbanos, ya hay uno que se denomina así, es Éibar Gutiérrez y lo está hiendo bien en ese sentido”, puntualizó ‘Beto’ Murgas, a quien le han grabado unas 92 canciones y se considera un compositor multitemático.