31 marzo, 2020
Atender a un enfermo, o formar a un joven, u orientar a un gremio, no es nada fácil en un mundo difícil lleno de inconformidades y egocentrismos.
Última actualización marzo 31, 2020 a las 11:38 am
Es lamentable que en algunos países del mundo, la mayoría diría yo, la escala de valores para tasar a los servidores sociales esté totalmente invertida y no se tengan en cuenta los conocimientos, ni los incansables sacrificios, ni los inmensos esfuerzos, ni los desprecios a que muchas veces son sometidos y en las tarimas del escarnio público son exhibidos cuando cometen alguna falla profesional, como suele suceder con los seres humanos civilizados y coherentes con la sociedad en que conviven y con el trabajo que ejecutan.
Atender a un enfermo, o formar a un joven, u orientar a un gremio, no es nada fácil en un mundo difícil lleno de inconformidades y egocentrismos.
Esos otros, mientras mejor remunerados son, más fácilmente vierten sus ríos de perdición, pues como no saben lo que hacen, su nivel de incompetencia crece permanente, así para sostener su estadía dentro de las instituciones, tienen que comprar sus posiciones, sobre todo, cuando se trata de temas de la política actual practicada.
Gobernantes de todas las latitudes, es hora de poner en orden estas situaciones, los héroes de papel lloran en el silencio de sus sacrificios mal compensados y puede llegar el momento en que agotados, se puedan revertir prontamente, con los hechos cotidianos, contra el país político inconsecuente.
La única forma de salvar al mundo en que vivimos es trabajando con la mano de la equidad, dando a cada cual lo que le corresponda verdaderamente.
Por: Fausto Cotes