23 abril, 2021
El compositor de ‘Nació’ mi poesía’ compuso una canción en honor a este episodio, que involucra a Iván Villazón en un “robo consentido”.
Última actualización abril 25, 2021 a las 08:37 pm
Una noche en Bogotá, en el apartamento del compositor Fernando Dangond Castro, tres jóvenes llegaron a parrandear a su apartamento y pasadas las horas, al llegar el amanecer, una petición se convirtió en una histórica deuda del folclor.
Los visitantes eran Iván Villazón, Gonzalo Arturo ‘Cocha’ Molina y Fidel Jesús ‘Nenón’ Solano (Q.E.P.D.), quienes, en 1981, en el Tapete Azul, como le llamaban a la casa de Dangond Castro, se llevaron un acordeón prestado y nunca más lo regresaron.
“Los muchachos de la provincia se reunían en el tapete azul a parrandear, a pasarla sabroso, en una noche de esas esos tres vivos se me llevaron un acordeón y lo desaparecieron”, dijo Dangond Castro.
TE INTERESARÍA LEER: “Los cuatro aires se realizó en apoyo al movimiento femenino del vallenato actual”: Iván Villazón
‘Cocha’ Molina afirma que fue Iván Villazón quien tenía ganas de parrandear, entonces pidieron el acordeón y lo llevaron a la casa de empeño. Era de tono cinco letra, natural tapado.
Sin importar los días, meses y años, ‘Cocha’ Molina sabía que era un compromiso saldar la deuda en memoria de ‘Nenón’ Solano (Q.E.P.D.) e Iván Villazón, quien grabó la canción ‘El tapete azul’, sin devolverle el instrumento a Dangond.
“Cuando uno es músico las deudas no se olvidan, menos cuando es un acordeón. Yo le veía la cara a Fernando y sabía de mi compromiso, así que hoy traje este bonito detalle porque nunca faltó su amistad ni sus canciones en mis producciones”, recalcó ‘Cocha’ Molina.
Lo mejor de todo fue que Fernando Dangond compuso una canción en honor a este episodio, con nostalgia hacia “el acordeón más bello, el de fina nota” que se llevaron de su casa y terminó en una vitrina para la venta. La melodía, letra y coro permanecen inédita, a la espera de una voz y un buen acordeón para llevarla a los estudios de grabación.
Una charla de anécdotas, acordeón e historias escritas a lo largo de los momentos en el vallenato hubo por varios minutos entre Dangond y Molina, evocando aquellas tardes, noches y amanecidas con las notas sonando sin detenerse al compás de la brisa vallenata.