29 agosto, 2024
Tras una lucha incansable de cinco años contra una bacteria, el joven bogotano recibió autorización para la eutanasia.
Última actualización agosto 29, 2024 a las 06:40 am
Javier Acosta, un joven bogotano, ha tomado la decisión más difícil de su vida: partir de este mundo por su propia voluntad. Después de casi cinco años de batallar contra una bacteria que contrajo en una piscina en Melgar, Tolima, y que deterioró su salud hasta lo inimaginable, Javier ha recibido la autorización para someterse a la eutanasia.
La historia de Javier comenzó hace nueve años, cuando un accidente de tránsito lo dejó en silla de ruedas. Sin embargo, su verdadera pesadilla inició hace cinco años durante un viaje a Melgar con amigos. Allí, al entrar a una piscina, contrajo una bacteria en el glúteo izquierdo que rápidamente se propagó por su cuerpo, afectando huesos y tejidos.
“La bacteria es una levadura que se alimenta hasta de los mismos antibióticos”, explicó Javier en una entrevista con Noticias Caracol. Con el tiempo, la bacteria llegó a su sangre, provocando leucemia y empeorando su ya delicado estado de salud.
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A pesar de los múltiples tratamientos, el dolor constante y la pérdida progresiva de su movilidad llevaron a Javier a considerar la eutanasia como la única salida para evitar un sufrimiento mayor, tanto para él como para su familia. «Me gusta moverme. Entonces, al imaginarme mi vida sin mis piernas, en una cama, con antibióticos, viendo a mi hija cuidarme, perdiendo su oportunidad de tener una niñez, una juventud, dije ‘yo quiero la eutanasia’”, confesó con serenidad, aunque con un evidente pesar por el dolor que su decisión causará a su familia.
Javier compartió su decisión en redes sociales, donde habló con calma sobre su partida, pero no pudo evitar la tristeza al mencionar a su madre, hermana e hija, a quienes deja atrás. “Me voy llevándome el dolor de mi mamá, de mi hermana, de mi hija, de mi familia. Viendo cómo se tienen que despedir”, dijo con voz entrecortada. Aunque el dolor de la despedida es inmenso, Javier se consuela con la certeza de que su sufrimiento terminará y que finalmente descansará en paz. «El viernes estaré descansando. Se acabó la vida para Javi», concluyó.
Con sus últimas palabras, Javier deja un legado de valentía y una reflexión sobre la dignidad en la vida y la muerte, recordando a todos que, a veces, la paz se encuentra en dejar de luchar.