Por: Karelis Rodríguez González


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“El lobo anda suelto, ¡y no es un cuento!”

20 octubre, 2024

En Colombia, durante los primeros ocho meses del 2024 se registraron más de 18 mil casos de violencia sexual contra menores de edad.

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Última actualización octubre 20, 2024 a las 09:33 am

Hace ya varios años, aproximadamente una década, la institucionalidad en Colombia lanzó una campaña buscando prevenir el abuso sexual de niños, niñas y adolescentes, a la que se dio nombre: “No es un cuento, ¡el lobo anda suelto!”.

Una y otra vez, nuestro país ha sido sacudido por escabrosas noticias de menores de edad que, como ‘Caperucita Roja’, fueron desviados del camino por un lobo feroz que al mismo tiempo se convierte en el cazador del cuento, pero que, distante de la ficción, no narra un final feliz y, tras la lamentable repetición del hecho, parece que terminamos sin conocer la enseñanza del suceso.

Los corazones de los padres son estremecidos ante estas atroces noticias, la desaparición de un niño, niña o adolescente siempre preocupa inmediatamente, más redunda en desolación cuando habiendo atravesado el nudo del cuento, este no tiene un final donde el lobo sea castigado y ‘Caperucita’ vuelva al seno de su familia.

El bosque se dibuja así: noticias inundando las redes sociales, pronunciamientos rechazando nuevamente la violencia hacia los niños, entrevistas desgarradoras de madres a las que se les acaba de arrebatar la vida que Dios le permitió traer al mundo; y no es la primera vez, no es una ‘Caperucita’, y tristemente, no están enjaulados todos los lobos.

Según el Instituto Nacional de Medicina Legal, en un balance entregado en mayo del 2024, se tenía que “solo en el último año se han registrado más de 19 mil casos de abusos sexual contra menores de edad en Colombia, es decir más de 50 por día. El mayor porcentaje corresponde al grupo de 12 a 17 años, con 10.713 casos (55.86%), seguido por el grupo de 6 a 11 años, con 6.113 (31.88%.)”.

Debe llegar la hora en que reescribamos el cuento, donde todos seamos mamá y papá de Caperucita, donde los cazadores no bajen la guardia, las leyes sean severas y las custodias sean entendidas como lo que debe ser, hay distancias cortas que se convierten en grandes abismos de miedo, en caminos sin retorno para nuestros niños, niñas y adolescentes; el primer frente de protección debe ser ese padre, madre y/o cuidador que celosamente se niegue a la “inocente” creencia de que el hijo o hija ya creció porque está apto para hacer mandados.

En Colombia, durante los primeros ocho meses del 2024 se registraron más de 18 mil casos de violencia sexual contra menores de edad, alrededor del 75% de estos lamentables hechos han ocurrido en el entorno familiar.

La maldad está al acecho, y se disfraza de lobo, mientras los niños, y hasta adultos, caminamos con una canasta de inocencia en medio del bosque que se pinta al transitar calles, barrios y sectores que damos por seguros, pero nadie sabe lo qué hay en el alma del vecino y hasta del tío.

El caso de Sofía Delgado, hoy documenta un atroz crimen, líneas escritas casi con sangre, porque el relato del asesino no cuenta menos, y esa es la historia de horror conocida, queda siempre en el imaginario si ‘Caperucita’ pudo dimensionar el tamaño del lobo al que se enfrentaba o si habitó, antes de su muerte, la esperanza de que un cazador llegara Justo a tiempo a librarla.

Nunca una madre y/o padre enviará a su hijo por un camino que cree conocido esperando que algo malo le suceda, pero mejor seamos esos que ven lobos en todas partes, y convirtámonos en los cazadores que salvan a las ‘caperucitas’.

Hoy asumimos, porque la lucha no debe ser solo de una entidad, desde nuestro rol como medio de comunicación el compromiso de prevenir y hacerle frente a la realidad cruel de que la maldad existe, pero también existen las leyes, la autoridad, un Estado que prioriza a los niños y un ICBF que debe contar con nuestros ojos en todas partes, PRIMERA LÍNEA está dispuesta y abierta a toda campaña de comunicación para prevenir todo tipo de violencias hacia niños, niñas y adolescentes.

Son muchos nombres ya, no queremos ni una caperucita más, quisiéramos menos lobos.