18 noviembre, 2024
Yo no pretendo que vean la maternidad cruel, es bonita, retadora, maravillosa; si la han visto cara a cara saben de qué les escribo.
Última actualización noviembre 18, 2024 a las 11:28 pm
Me generó molestia un día, al conversar con una prima, una frase con la que ella cerró la charla que teníamos, después de contarme una infinidad de cosas, una tras otra, sobre su día a día, lo difícil de sus jornadas y un sinfín de situaciones que parecen cotidianas: “cuando seas mamá me entenderás”.
Lo incómodo no fue ni siquiera que en ese momento yo no era madre, lo que causó mi molestia fue que no comprendí entonces para qué decidía “desahogarse” conmigo si yo no era quien la podía comprender… ¿Pa’ qué me cuenta?, fue lo que concluí.
Hoy comprendo que algunas veces seremos boca para hablar y otras veces, simplemente, debemos ser eso que llaman “todo oídos”, y créanme, sobre todo esto último si la que te habla es una mamá, porque lo que más necesita una madre es ser escuchada.
Será siempre difícil hallar una medición perfecta de empatía hacia las madres, y eso, creo que sucede porque no se puede estandarizar una medida general, cada maternidad es particular porque cada hijo lo es, y con esto me di cuenta que ese ideal de mamá que quise ser no podrá llegar a ser, y no, no lo escribo sintiéndome frustrada, por el contrario, no soy la que imaginaba, esto súpera mis expectativas, haciéndome sentir muy capaz en medio de todo lo que implica ser madre.
Y cuando fui mamá lo empecé a entender, entendí a mi madre y sus elecciones; entendí a mis amigas y sus “ausencias” en mi vida; entendí a mis tías y mis abuelas en sus luchas; entendí a las mamás que no conozco y respeté sus decisiones; entendí hasta a las mamás que se fueron sin señalarlas por abandono; entendí cuán valientes son las que se quedan en casa 24/7 y entendí lo duro de trabajar y dejar un hijo o hija en casa; aún no entiendo todo, vienen más niveles, pero les cuento lo que poquito a poquito voy entendiendo.
No sé si a ustedes, mamás, les ha pasado, que tuvieron que entenderse después de tener a su hijo, o incluso entenderse en el nacimiento de cada bebé que han tenido; desde esa particularidad, por esas pequeñas cosas, no siempre necesitamos que alguien nos diga “te entiendo”, solo escuchen y vean lo complejo de ser mamá, cada una está haciendo un trabajo que afuera se ve sencillo, se ve amoroso, pero por dentro ¡jum! Por dentro hay arrullos que no calman al bebé, horas de sueño que no se recuperan, llantos que no nos dicen qué pasa… hay mucho.
Yo no pretendo que vean la maternidad cruel, es bonita, retadora, maravillosa; si la han visto cara a cara saben de qué les escribo, esta es una misión en la que cada una está dando lo mejor de sí misma en una ruta que ni siquiera trazamos nosotras, las necesidades de cada hijo señalan el camino, una mamá cada día lo está intentando y solo por ese hecho no merece ser “castigada”, una mamá necesita manos, abrazos, hombros, no dedos señaladores ni bocas que critiquen o juzguen.
A mi prima le puedo decir que ya la entendí, que me acordé de sus palabras y vuelvo a entenderla, en mayor o menor medida otra mamá nos entenderá en este quehacer, sin embargo, quien nos ha dado el don de dar vida además de entendernos nos acompaña, creo que si hablara coloquialmente Dios nos diría: “mientras los sigas intentando no estarás fracasando”.
Soy mamá y estoy entendiendo.