Por: Rogers Fernández


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Con la muerte de Rafael Escalona se muere el verdadero vallenato

13 mayo, 2019

Gabriel García Márquez lo confesó en una entrevista con una de sus obras más leídas en el mundo, “Cien años de soledad es un vallenato de 350 páginas”

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Última actualización mayo 13, 2019 a las 12:02 pm

Se cumplen 10 años de la desaparición física de uno de los más grandes precursores y exponentes de la música vallenata. Rafael Escalona, un hombre que forjó de la mano de otros grandes del folclor, el vallenato que hoy es reconocido en cada rincón del mundo.

El hijo de patillal se convirtió, sin querer, en el primer y gran precursor del realismo mágico en la literatura y la música en Colombia.

Obras como “La casa en el aire”, “Jaime Molina”, “Es Testamento” y decenas de creaciones más, fueron por mucho, la inspiración y el ejemplo a seguir de los que le siguieron, al punto de ser uno de los autores más citados en los concursos que eligen al rey vallenato en cada edición del Festival de la Leyenda Vallenata.

Escalona, el precursor del realismo mágico en Colombia

Las obras de Escalona se caracterizan por recurrir de manera espontánea a imágenes fantásticas y situaciones irreales, como si se tratara de algo perfectamente lógico y posible.

Ya lo diría el propio García Márquez sobre las influencias que tuvo que le convirtieron en el escritor colombiano más leído y reconocido en el mundo.

«Sin lugar a dudas, creo que mis influencias, sobre todo, en Colombia, son extraliterarias. Creo que más que cualquier otro libro, lo que me abrió los ojos fue la música, los cantos vallenatos […] Me llamaba la atención, sobre todo, la forma como ellos contaban, como relataban un hecho, una historia […] Con mucha naturalidad […] Esos vallenatos narraban como mi abuela».

Hoy en día el folclor ha perdido mucho de ese realismo mágico, las canciones no se hacen para enamorar o ganar festivales, sino para comercializar y alcanzar la fama, un mal necesario que ha mantenido vivo el folclor y que al mismo tiempo parece estar sepultándolo vivo.

Relatos como las composiciones de Escalona o los escritos de García Márquez ya no se ven en las nuevas generaciones, pareciera que con la muerte del músico el reloj corriera contra el verdadero vallenato, ese que inspiró a Gabo en sus obras, ese que conquistó corazones en casi todas las latitudes.

La amistad de Rafael Escalona y Gabriel García Márquez parece sacada de un libro del escritor

El escritor y el acordeonero fueron dos hombres que compartieron el año de nacimiento, una infancia humilde en una depreciada costa Caribe, separados por la Sierra Nevada y unidos por el destino gracias al arte, a la literatura, a la música, pero, sobre todo, unidos por el vallenato.

Así, queda la Fundación de la Leyenda Vallenata como guardián celoso de la herencia de ‘El más grande de todos’, como lo ha hecho con cada juglar que ha partido a componer a los ángeles.

Y quedan las nuevas generaciones, en su afán de vivir del folclor, la cuota de responsabilidad de salvar un poco del realismo mágico que hizo grande al vallenato para que, quizás, otras artes se inspiren y lo eleven como lo hizo Gabriel García Márquez aquella mañana del 21 de octubre de 1982 en Estocolmo, Suecia, cuando Gabo recibió el Premio Nobel de Literatura acompañado de su amigo y fuente de inspiración, Rafael Escalona.

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