
24 octubre, 2025
El tema lo traigo a colación por una reciente entrevista que dio Juancho de la Espriella a Korak Pérez, en la emisora Cacica Stereo.
Última actualización octubre 24, 2025 a las 05:18 pm
Siendo las dos y media de la madrugada, Silvestre Dangond seguía en tarima. El sudor corría por su frente, sin borrar su sonrisa. “¿Nos vamos?”, pregunta. A lo que el público respondió con un grito que estremeció el Parque de la Leyenda Vallenata: “¡Nooo!”. Y él, como siempre, obedece, ni quien lo ‘ataje’, las notas de Juancho de la Espriella le secundaban en esta ocasión. Aunque ha pasado el tiempo desde su lanzamiento en Valledupar, hoy cuento que un concierto de Silvestre no se mide en horas, sino en energía.
El tema lo traigo a colación por una reciente entrevista que dio Juancho de la Espriella a Korak Pérez, en la emisora Cacica Stereo. En promedio, los espectáculos del urumitero duran entre tres y cuatro horas, pero últimamente esa cifra se ha quedado corta, lo viví y es lo que vengo escuchando, luego lo confirmó su acordeonero y compañero de fórmula en la gira ‘El Último Baile’: “Estamos haciendo conciertos de cuatro y hasta casi cinco horas con catálogo propio… eso es una barbaridad» refiriéndose a cantar y tocar todo ese tiempo con éxitos propios.
Y tiene razón, sin quitarle ni una milésima de ella. Lo que pasa en un escenario cuando suenan los primeros acordes de temas como La colegiala, A blanco y negro, La pareja del momento o Las locuras mías, es pura magia vallenata. Silvestre y Juancho logran que la gente no solo escuche, sino que reviva su propia historia en cada canción.
Los verdaderos silvestristas lo saben: un show suyo no termina cuando baja el telón, sino cuando el público se queda sin voz. En cada concierto hay risas, nostalgia, improvisaciones y esas conversaciones espontáneas que lo hacen tan cercano. Una historia contada desde vallenatos clásicos, temas nuevos y versiones inesperadas, se construye una noche que parece no tener fin, pero que para el pesar de uno como seguidor si termina.
Empecé a pensar al escuchar cuántas horas eran de concierto: “Uno no va a ver a Silvestre, uno va a vivirlo”, porque es que estando en el ‘templo del vallenato el tiempo no lo conté’, trataba de hacer un cálculo sobre qué es eso que coexiste en un concierto de estos dos artistas que marcan toda una generación, hay algo más que música: hay identidad, fiesta y ese amor por el vallenato que no entiende de relojes.
Así que, si alguna vez te preguntas cuánto dura un concierto de Silvestre Dangond, la respuesta es sencilla: dura lo que dure la alegría. Y con Silvestre y Juancho juntos en ‘El Último Baile’, la alegría no tiene hora de salida.