Por: Jorge Rosado


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Renuncia de Laura Sarabia revela fractura interna en el Gobierno Petro por crisis de pasaportes

3 julio, 2025

Pero su postura chocó con el mensaje directo del presidente Petro, quien públicamente ha dicho que “la labor de hacer los pasaportes no debe seguir en manos de los británicos”.

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Última actualización julio 3, 2025 a las 11:13 am

La sorpresiva salida de Laura Sarabia del Ministerio de Relaciones Exteriores deja al descubierto una fractura interna en el Gobierno del presidente Gustavo Petro, motivada por las crecientes tensiones frente a la expedición de pasaportes, un tema técnico que ha escalado a una disputa política de fondo sobre el control de servicios estratégicos del Estado.

Según fuentes cercanas al Palacio de Nariño, la renuncia de Sarabia (una de las figuras más influyentes y cercanas al presidente desde el inicio del mandato) no fue una decisión súbita ni aislada. Al contrario, fue el resultado de un desacuerdo profundo con el ala más radical del Gobierno, especialmente con el recién designado jefe de despacho presidencial, Alfredo Saade, quien impulsa una transición exprés hacia la Imprenta Nacional, con apoyo de una firma portuguesa, para reemplazar a la empresa británica Thomas Greg & Sons en la fabricación de pasaportes.

Sarabia consideraba inviable ese cambio en los plazos propuestos y defendía una posición técnica: “hay que declarar la urgencia manifiesta para que Thomas Greg siga fabricando las libretas mientras se les da tiempo a Portugal y a la Imprenta Nacional de transmitir las capacidades”, advirtió. Su enfoque privilegiaba garantizar la continuidad del servicio sin exponer al país a un posible colapso logístico y diplomático.

Pero su postura chocó con el mensaje directo del presidente Petro, quien públicamente ha dicho que “la labor de hacer los pasaportes no debe seguir en manos de los británicos”, argumentando que la firma extranjera ha mantenido durante dos décadas un monopolio cuestionable, incluso con acceso privilegiado a información electoral y datos ciudadanos.

El distanciamiento entre Sarabia y el Ejecutivo se habría profundizado tras conocerse que ya se estaría alistando un contrato con una firma portuguesa para trasladar la tecnología de fabricación a Colombia en un plazo de menos de dos meses. Saade ha sostenido que el acuerdo se firmará “en las próximas horas”, sin que hasta ahora se conozcan detalles del plan de contingencia ante el inminente vencimiento del contrato actual en agosto.

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Además, circula un borrador de decreto que obligaría a todas las entidades del Estado a contratar servicios de impresión (incluidos pasaportes) exclusivamente con la Imprenta Nacional, a pesar de que esta no cuenta aún con el aval internacional ni la infraestructura necesaria para producir documentos de identificación válidos en el exterior. También pesa el antecedente reciente de fallas en la expedición de cédulas de extranjería.

La salida de Sarabia marca un punto de inflexión dentro del Gobierno, no solo por la pérdida de una ficha clave en materia diplomática, sino porque expone el avance de una visión ideológica que prioriza rupturas simbólicas, incluso a costa de la viabilidad operativa del Estado. Voces cercanas al Palacio señalan que desde la Cancillería se propuso una salida intermedia: permitir que Thomas Greg continuara de forma transitoria, sin el control sobre la personalización de datos, mientras se adaptaba la Imprenta. Esa opción fue desestimada.

En contraste, la figura de Saade despierta desconfianza en sectores políticos y técnicos, por sus posiciones extremas en redes sociales: desde proponer el cierre del Congreso, hasta difundir noticias infundadas sobre la salud de opositores o rechazar la vacunación contra la covid-19. Su protagonismo en decisiones de Estado refuerza la percepción de una toma ideológica del aparato institucional.

La renuncia de Sarabia no solo pone en pausa su carrera política sino que, en clave mayor, representa una alerta sobre el rumbo del Gobierno Petro, atrapado entre la necesidad de transformaciones estructurales y el riesgo de sacrificar la estabilidad operativa del país en nombre de esas metas.