Basuras al
cielo abierto

Basuras al cielo abierto: Valledupar al borde de una emergencia ambiental y sanitaria

BASURAS EN VALLEDUPAR (6)

Escarbando entre montículos de basura, grandes montañas de residuos que chocan con el bello paisaje de la Sierra Nevada de Santa Marta, Eduber Puertas se gana la vida para sostener a su esposa y tres hijos, quienes llegaron a Valledupar hace dos años desde Venezuela.

Este panorama ya es común en la capital del Departamento del Cesar, donde entre julio, agosto y septiembre de 2021, se recogieron más de 5.738 toneladas de todo tipo de desecho en las vías urbanas. Las cifras son progresivas, como el número de puntos críticos ubicados en las cinco comunas de la ciudad.

Eduber recoge, o como dice, recicla cartones, plásticos, hierro y todo lo que puedan comprarle en una chatarrería. Hasta ropa saca de las pilas de basuras ubicadas en la carrera 42, frente a la invasión Brisas de La Popa.

A este hombre de 46 años de edad nada lo detiene. Olores putrefactos, animales muertos con sus víceras a la vista, podas de árboles, escombros y demás elementos que son tirados a solo unos metros del Batallón de Artillería Número 2 La Popa, donde soldados del Ejército Nacional quedan inertes ante los transeúntes que llegan, tiran y se van sin inconvenientes.

Puertas no comparte la disposición de algunos elementos en este sitio, no solo porque contaminan, sino porque empañan su labor. “Las podas de todos los barrios llegan acá, las tiran hacia la carretera y pueden provocar un accidente. Cuando uno le reclama a la gente le sacan machetes y lo amenazan, tocó acostumbrarse a verlos dañar el ambiente”, dice.

Durante 27 años, él y su esposa vivieron del reciclaje en el vecino país, llegó a Valledupar y de inmediato ubicó un sitio conocido como barrio de invasión, donde la empresa recolectora de las basuras no presta el servicio porque no recibe pago alguno. Brisas de La Popa, se llama, y debe ser reubicado por la Alcaldía de Valledupar y la Gobernación del Cesar, tras la sentencia T-946 del 16 de diciembre del 2011, emitida por la Corte Constitucional, donde hay otras invasiones como Bello Horizontes Dos, Altos de Pimientas y Guasimales.

Este hombre llegó desde Venezuela y se convirtió en el primer beneficiario del basurero de Brisas de La Popa.

Eduber Puertas sobrevive de lo que habitantes de esta vecindad, donde no hay servicios públicos y la electricidad es casi que de contrabando, sacan al andén para que un vehículo compactador los recoja cada dos o tres días para llevarlos al relleno sanitario Los Corazones.

No es solo este hombre, un grueso número de familias llegan al lugar a buscar el sustento dentro de los focos de propagación de vectores, enfermedades, entre otros inconvenientes en salud que se generan por la exposición a los despojos. Por ejemplo, el alto número de contagios en Cesar por el mosquito trasmisor del dengue, que ya es situación de alerta para el Instituto Nacional de Salud: ya son más de 881 casos, según el Ministerio de Salud, de esos, 326 han sido notificados a la semana epidemiológica 40 del 2021 en Valledupar. Un muerto se registra de acuerdo a la Secretaría de Salud Municipal.

Los puntos críticos: amenaza ambiental

Los basurales a cielo abierto sin control de las autoridades y con escasas medidas de protección ambiental se convirtieron en un dolor de cabeza para la ciudadanía, además de poner en riesgo las condiciones socioambientales y la salud de miles de habitantes.

No existen medidas mínimas de seguridad, apurado se ven tapabocas entre los montones echados a un lado de la vía, donde incluso, son más visibles moscas, gusanos y animales carroñeros. Esto es considerado por la empresa Aseo del Norte, como “una amenaza ambiental”.

En Valledupar, la mayoría de basureros son informales, es decir, no tienen autorización por los gobiernos locales para acopiar la basura.

Identificados hay 22 puntos, dentro de las cinco comunas de la ciudad, sin excepción alguna, en cada sector principal existe uno creado por la ciudadanía o conductores de vehículos de tracción animal, quienes, con el último censo realizado en 2016, se conforman por 343 carromuleros, de los que solo 27 fueron beneficiados con los programas de reconversión laboral.

Cabe destacar que el Congreso aprobó el proyecto de ley 319 de 2020, que prohíbe el uso de vehículos de tracción animal en todo el territorio nacional.

Georeferenciación de puntos críticos

De acuerdo al Plan de Acción Valledupar 2030, ‘De la Sierra al Valle, identidad vallenata con visión de futuro’, realizado por Findeter, “la cifra de 0,73 kilogramos, es la cantidad diaria de residuos sólidos por habitante que generan en la ciudad de Valledupar”.

En esta ciudad, la frecuencia de recolección por parte de la empresa Aseo del Norte es tres veces por semana, en el 100% de los barrios y una vez por semana en los 13 corregimientos del municipio. Se utilizan 17 compactadores operativos, distribuidos en operación para recolección domiciliaria, para recolección de barrido, para recolección de grandes productores, para recolección rural en los corregimientos.

En total, en julio, agosto y septiembre, se recolectaron 12.783,61 toneladas en Valledupar y su área rural. El mayor número se refleja en domicilios, con 8.113,64 toneladas, reflejadas en el 64 %; seguido del barrido manual con 1.020,82 toneladas.

Lo más complicado y grave de todo es que no existen iniciativas propensas a crear rutas especializadas que faciliten el aprovechamiento de los residuos, ni la correcta separación establecida en el nuevo código de colores del Gobierno Nacional, que en el país busca facilitar el proceso del reciclaje y hacerlo más entendible con el uso de tres colores de bolsas o recipientes según el tipo de material.

Relleno sanitario urbano

Una radiografía por Erney Galvan Rodríguez, vocal de control de servicios públicos de Valledupar, en nuestro podcast.

El crecimiento poblacional, demográfico y los múltiples inconvenientes de residuos sobre las vías han aumentado, en los últimos nueve años, la recepción de desechos en el relleno sanitario Los Corazones.

Para el 2013, las seis comunas de Valledupar, que suman unos 230 barrios, 17 asentamientos en zonas de alto riesgo; 11 invasiones, aportaban, en promedio mensual, unas 9.500 toneladas, y diariamente 280. Para el mes de septiembre de 2021, la empresa Aseo del Norte reportó el ingreso de 12.541 toneladas.

También creció de manera considerable la llegada de desechos de otros municipios, pasando de tres como eran Codazzi, La Paz y Pueblo Bello, a siete con el ingreso de San Diego, Manaure, en Cesar, así como Villanueva y Urumita, por La Guajira. En total, el relleno sanitario acopió 16.274 toneladas.

En Los Corazones se realiza el proceso de aislar y restringir residuos sólidos en especial los no aprovechables, en forma preventiva, en lugares especialmente seleccionados y diseñados para evitar la contaminación y los daños o riesgos a la salud humana y al ambiente.

De acuerdo a Aseo del Norte, en septiembre de 2021, el caudal de los lixiviados producidos fue de 2,16 litros por segundo.  

El relleno sanitario Los Corazones cuenta con un área licenciada por la Corporación Autónoma del Cesar, Corpocesar, y el Ministerio del Medio Ambiente, de unas 13 hectáreas. El permiso de la licencia ambiental está hasta 2024.

En la capital del Cesar podría presentarse, de no tomar medidas urgentes y tener una nueva licencia ambiental, lo que pasó este año en Bucaramanga y 15 municipios de su Área Metropolitana luego del cierre del relleno sanitario El Carrasco, por orden de un juez por afectaciones a las comunidades aledañas al sitio.

El proceso de depósito consiste en la recolección con camiones, luego se esparcen en una zona adecuada donde un bulldozer o compactadora de residuos los riega en franjas de 50 centímetros, y son compactados con un equipo que pesa alrededor de 50 toneladas. Al final se distribuyen en capas de 0.50 metros aproximadamente y luego se compactan hasta alcanzar una densidad de 850 kilogramos/metros cúbicos.

Según Carlos Alberto Osorio Molina, coordinador del Laboratorio Ambiental de Corpocesar, en la actualidad no hay monitoreo específico para los puntos críticos identificados en Valledupar, sino se hace de manera conjunta con las estaciones a lo largo de la ciudad.

«No podemos determinar de qué manera estos botaderos pueden estar incidiendo dentro de la calidad del aire, porque no hay una discriminación en los factores que están aportando a un presunto desmejoramiento a la calidad del aire», explicó el funcionario de la entidad reguladora del medio ambiente en el departamento, quien dijo todavía no existen alteraciones en la calidad del aire actual.

Riesgo ambiental acelerado: Wilson Subiría

El ingeniero Ambiental, Wilson Subiría, asegura que Valledupar ha tenido un crecimiento poblacional “muy acelerado en los últimos 15 años”, al pasar de 340.000 a unos 530.000 habitantes.

“La población en Valledupar aumentó en más de un 50 %, donde existen distintas causas como desplazamiento de otros territorios, migración de la población venezolana, aumento de la fertilidad, disminución de la mortalidad, entre otros escenarios. El aumento de la población es directamente proporcional a una sobrepresión al ambiente”, dijo Subiría.

Incremento en la producción de residuos sólidos, aumento en el consumo de agua, emisiones del CO2, son índices para el crecimiento de diferentes problemáticas ambientales.

“Acorde a los datos de la Misión de Crecimiento Verde del Departamento Nacional de Planeación, en Colombia se producen al año más de 11 millones de toneladas de residuos sólidos, de los cuales, solo cerca del 17 % tiene buen tratamiento, dejando más de 9.6 millones de toneladas en botaderos a cielo abierto, sobre las calles o en los ríos”, recalcó el especialista en medio ambiente.

Al no contar con suelo impermeabilizado, los basurales a cielo abierto resultan un foco de contaminación, tanto por la generación de líquido lixiviado como por la emisión de gases de efecto invernadero.

“Esta es una situación que agudiza la salud de las personas y hace que se presente un crecimiento en las necesidades insatisfechas de básicas de la población. En Valledupar tenemos muchos identificados en el perímetro urbano, que por falta de las administraciones que han pasado sin dejarle nada al saneamiento ambiental, las comunidades han tomado lotes o pedazos de tierra para disponer sus residuos sólidos, han convertido estas partes de la ciudad en botaderos a cielo abierto, una mala práctica que se hace cuando no se le dan las herramientas, ni insumos, ni una correcta pedagogía sobre la adecuada disposición de residuos. Estos botaderos son un grave problema que impacta directamente los recursos naturales como agua, aire, flora, fauna, pero principalmente atentan de manera directa a la salud de las personas”, manifiesta Wilson Subiría.

De acuerdo al experto, los más de 20 puntos identificados generan impacto socioambientales porque carecen de manejo de lixiviado, control de vectores, afectando tanto ambiental, como físicamente, a la población y cuerpos de agua ubicados en zonas aledañas.

Finalmente, Subiría afirma que, de seguir el aumento de basuras en las calles, la producción estos residuos escale un 20 % con todo lo que ello implica a la sanidad y el medio ambiente. Cabe destacar que el lixiviado es un líquido producido cuando los residuos sufren el proceso de descomposición, y el agua se filtra por medio de los residuos sólidos en estado de descomposición. Este líquido contiene materiales disueltos y suspendidos que, si no son controlados de forma adecuada, pueden pasar a través del piso de base y contaminar fuentes de agua potable o aguas superficiales.

Finalmente, las posibles enfermedades que trae la problemática como el dengue deja al Departamento del Cesar, como el octavo con mayor número de casos en el país, antecedido por Cali, Valle del Cauca, Cartagena, Norte de Santander, Tolima, Meta y Putumayo.

Y como Eduber Puertas, el reciclador que sostiene a su familia con el producto recogido en un botadero a cielo abierto, Valledupar está desvalido cual ave enjaulada.

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